lunes, 22 de enero de 2007

El desafío del sueño

Hasta entrar en el mundo más complejo de la vida, es necesario una mística como ninguna. No es simplemente el hecho de cerrar los ojos lo que nos permite conceder a nuestro cuerpo una experiencia inigualable. Hay que entrar en un lugar un poco más oscuro. Tal vez sea un momento terrible el de concedernos un poco de espíritu en nuestra mente, pero es lo que necesitamos.

Vivencias diarias, sueños, o mejor dicho, deseos vagos a lo largo de miles de marcas extrañas es lo que nos permite soñar. Tener en cuenta que a la larga esto es un camino de trascendencia pura. Pocas personas le dan el misticismo que realmente confiere. En realidad, más que misticismo, es encontrarle un sentido práctico y verdadero a lo que el sueño está tratando de decirnos.

El hecho de soñar con un antiguo amigo muerto y que nos hable por un rato como si estuviese en vida, no significa que lo extrañemos o que le tengamos que jugar al 49 en la nacional (en Argentina cada sueño tiene un número para jugar en la lotería). Significaría asuntos pendientes, recuerdos de un día complicado que tal vez este amigo pueda cumplir y volverlos buenos. Eso sólo lo sabe usted y tal vez sólo su inconsciente. Es imposible dominar a nuestro lado izquierdo del cerebro, pero nunca es malo y todo lo contrario, sería lo mejor, estar de su lado.

La idea de soñar lo que uno desee es divertido. Creer que lo que pensemos o recordemos en los minutos antes de dormir nos ayudará a tener un sueño placentero con una mujer desnuda en medio de una isla desierta mientras lo abanica y le da un buen whiskey con hielo. ¿Porque no pensar en más? A lo mejor, la mejor idea del sueño es que una vez dentro, hacer lo que uno quiera, empezando en un circo, como el mono a quien todos le tiran maní, y terminar como un alquimista.

No es una locura. Simplemente con saber un poco de esta tierra, es todo más fácil.
No dejes que sean un dolor en tus sueños. Vivilos...